El peso de los siglos y la encrucijada actual:
La Iglesia Católica es una institución milenaria. Con más de dos mil años de historia, es una de las instituciones vivas más antiguas del mundo, forjada entre luces y sombras y sacudida por más escándalos y tormentas de las que quizá ninguno de sus fundadores imaginó.
Fundada sobre las palabras de Jesús, así, Jesús hermano, amigo, hombre y también Hijo de Dios, se ha extendido por imperios, concilios y mártires, ha sido faro, poder, consuelo y también controversia y algunas veces decepción.
Hoy, en pleno Siglo XXI, el catolicismo exige un cambio profundo de sus estructuras y tal vez, ¿por qué no? un olvido de aquella jerarquía eclesial para volver a sus bases, a su simpleza y a su esencia.
Actualmente el catolicismo sigue siendo la fe de más de mil trescientos millones de personas, que en un mundo de ocho mil millones viene a representar solo el 16,25% de la población.
Para que tengan una idea, el Islam cuenta con más de dos mil millones de seguidores, representando un porcentaje mucho más alto que el catolicismo.
Según diversos estudios del Pew Research Center y datos del Vaticano, en los últimos 20 a 25 años, el porcentaje de católicos practicantes ha disminuido significativamente en regiones tradicionalmente fuertes.
Mientras tanto, el crecimiento de otras confesiones cristianas, así como la expansión del “no creer en nada” sobre todo entre los jóvenes, ha planteado un desafío inédito: ¿Cómo ser voz de esperanza en una era saturada de ruido, fragmentación y desconfianza institucional?
El cielo espera… y el mundo también
Por eso la elección del nuevo Papa no es solo un asunto interno del Vaticano: es una decisión que marca la dirección espiritual, moral y geopolítica de millones de vidas.
En un mundo herido por guerras, polarización, migraciones masivas, cambios climáticos y preguntas existenciales profundas, el próximo pontífice deberá ser algo más que un líder religioso.
Tendrá que ser símbolo de transformación. De escucha. De Puente. De paz.
Y, quién sabe, tal vez también… de sorpresa celestial.
¿Quién guiará la barca esta vez?
Ciertamente, esta elección, en un mundo hiperconectado pero desconectado del alma, lo cambia todo.
El cónclave, ese evento que en buena teoría deberá de ser antes que cualquier otra cosa, un momento espiritual, profético y hablemos con sinceridad, también político, elegirá no solo un nuevo Papa sino el tono de la Iglesia para las próximas décadas.
Sí, en juego está la fe, la geopolítica, la juventud, las migraciones, la ecología, la justicia y la modernidad.
A continuación les daré cuáles son “mis preferetti” , sí, los preferetti de Gabriela Arrieta, tal vez usted podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con estas opciones, por eso me gustaría conocer ¿Qué dice el Público? ¿Cuál cardenal le llama y por qué? Creo que todos deberíamos de hacer un ejercicio como este:
Matteo Zuppi:
Italiano, carismático, con liderazgo activo y su voz como mediador ofrece firmeza, pero también aparece como un puente entre el progresismo y la tradición. Hay serenidad en él y me parece que será de los más favorecidos en esta próxima semana de elección. Uno de mis preferidos, sin duda.
Luis Antonio Tagle:
Este filipino que cuenta con un gran apoyo popular debido a su carisma me parece que tiene la compasión, la sensibilidad y la luz interior requeridos para guiar una Iglesia que necesita ternura y reconciliación. Tal vez es el más parecido a “Francisco”
Peter Turkson:
De Ghana, tiene justicia, idealismo, autoridad moral. Sería la voz de los más pequeños, la voz de un continente olvidado como África, probablemente una opción sólida pero tal vez su edad podría pesar negativamente en esta elección.
George Koovakad:
Pocos han hablado de George Jacob, este Indio, nombrado cardenal por Francisco y quien en vida del último Papa, fuera el coordinador de todos sus viajes. Me parece una de las mentes más brillantes con una gran visibilidad internacional, definitivamente un líder emergente, poderoso en convicciones, aunque tal vez, para algunos, muy joven para ser Papa. Sin embargo, no sería imposible que sorprenda, porque tiene un gran magnetismo y además se le ha asignado ya un rol destacado en el cónclave como es el “extra omnes” o sea, el dar la frase contundente y poderosa de cerrar la puerta de la Capilla Sixtina y marcar el inicio de las votaciones para elegir el nuevo Papa. De todos mi preferido pero también comprendo que su elección se daría solo si se da un milagro.
Por supuesto que hay otros preferidos, pero ya no son los míos.
El Papa como símbolo universal, incluso más allá del catolicismo es una figura que siempre pesará, por eso esta elección puede sorprender o por el contrario puede elegir a alguien que tiene tras de sí, la diplomacia de manejar la misma Iglesia sin poder observar que se está desmoronando.
Porque tal vez, esta vez, no esperamos sólo un nombre, tal vez estamos esperando “una señal”.
Y ustedes ¿Qué opinan?




