¿No sé si te ha pasado?
Estás en medio del día, en la fila del banco, o entre mensajes que no querías contestar…
Y de pronto, una sensación.
Como si alguien te mirara desde un lugar que no ves.
Como si algo —o alguien— supiera que estás cansado, pero también que todavía guardás una esperanza secreta. Una luz.
Dicen que los ángeles existen.
Y algunos lo creen… hasta que se les olvida.
Otros los ven de niños y después los entierran bajo capas de adultez.
Pero algunos, muy pocos, los siguen escuchando.
No con los oídos, sino con el alma.
Desde hace casi treinta años, he hablado de ellos.
Y no porque los “conozca” como se conoce un dato…
Sino porque los siento.
Porque sé lo que es llorar en silencio y que una presencia te abrace sin que nadie más la vea o mejor aún, que te llame por teléfono para decirte que todo va a estar bien.
Porque he estado al borde, y ahí, justo ahí, una señal invisible me trajo devuelta.
Eso... eso es lo que quiero compartir.
Este año, algo en mí me dijo: Es hora de volver a hablar de los ángeles.
Pero no de cualquier manera.
No como lo hacía antes.
No como un repaso.
Sino como un llamado.
Como una antorcha que se enciende para los que sienten que el mundo ya no les habla… pero el cielo sí.
El curso se llama Ángeles: El Llamado del Alma.
Y si le hacés caso al nombre… tal vez descubras que no es un curso más.
Tal vez, sea una conversación pendiente con vos mismo. O con ese ser que siempre te ha acompañado… aunque hayas olvidado su nombre.
No es para todos.
Es para los que saben que algo los está llamando.
Para los que sienten que es tiempo de recordar.
Y vos… ¿todavía tenés alas?




