El Hilo Invisible de la Historia

El Hilo Invisible de la Historia

La Resurrección de Jesús no es solo un evento del pasado. Es un instante que atraviesa el tiempo y que, de alguna forma, sigue respirando en la historia, en la memoria de la humanidad, en los corazones que todavía se preguntan: “¿Y si fue cierto?”.

En el curso que terminó hoy, durante cinco días hemos explorado la crudeza de la Pasión. Hemos caminado por los senderos del sacrificio, la traición, el dolor más humano y la entrega más absoluta. Hemos visto a un hombre quebrantado por la injusticia de su tiempo, aplastado por el miedo y la ceguera de quienes no pudieron comprenderlo.

Pero también hemos presenciado el momento en que la piedra fue corrida. Cuando la noche de la tumba se partió en dos y lo imposible se convirtió en la única verdad.

¡Jesús resucitó!

No porque la historia lo exija, ni porque la tradición lo demande, sino porque cada página de lo que hemos leído y vivido nos conduce hacia la única conclusión posible: su historia no terminó en la cruz.

Su existencia no fue solo la de un hombre extraordinario que amó hasta el extremo, sino la de alguien que trascendió la muerte misma.

La Resurrección es el susurro de lo eterno en medio de lo efímero. Es la grieta en la lógica que nos recuerda que hay cosas que no se explican, pero que, sin embargo, resuenan con más verdad que cualquier otra certeza.

Al cerrar este curso, no buscamos respuestas categóricas ni doctrinas impuestas. No buscamos imponer una forma de ver el mundo, sino dejar abierta la posibilidad de que este evento, esta historia, siga moviendo las fibras más profundas de quienes la escuchan.

¿Qué hacemos con este conocimiento? ¿Cómo nos afecta entender que alguien atravesó la mayor oscuridad, solo para regresar con la promesa de que la luz siempre será más fuerte?

Cada quien encontrará su propia respuesta. Porque la historia de Jesús no es solo la suya, es la de la humanidad. Es la de cada uno de nosotros.

Su huella está en las lágrimas de Magdalena, en el desconcierto de Pedro, en la angustia de Juan y María al pie de la cruz. Su eco sigue en el viento de Jerusalén, en la piedra que un día selló la tumba y en la certeza de aquellos que lo vieron volver.

No es cuestión de fe ciega, sino de reconocer el hilo invisible que une los momentos más oscuros de la historia con la posibilidad de la redención. Porque quizás, después de todo, la historia de la Resurrección no es solo la historia de Jesús. Es la historia de todos aquellos que, en medio del sufrimiento, se levantan. De aquellos que se han sentido derrotados, pero que han encontrado la fuerza para seguir.

Jesús vivió. Jesús murió. Jesús resucitó. Y en ese misterio, en esa grieta de la realidad, encontramos la promesa de que el amor siempre tiene la última palabra.

Ahora, cada uno de nosotros decide qué hacer con esta historia. Porque, al final del día, la Resurrección no es solo un evento.Es una invitación a mirar el mundo con nuevos ojos, con la certeza de que, más allá de todo, la vida sigue venciendo.

Y la historia sigue latiendo. ¡En nosotros!


Gabriela Arrieta Quesada
Gabriela Arrieta Quesada
Gabriela Arrieta Quesada

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