Sigo siendo aquella chiquita

Sigo siendo aquella chiquita

Hace días estoy por escribir, ustedes ya me conocen: es como si algo me hablara de repente y me dijera “escribe sobre esto, escribe sobre aquello”.

Por alguna razón que desconozco me siento nostálgica. Imagino que es la unión de tormentas solares, ondas Schumann y eclipses —combos nunca antes imaginados—que este año nos han sacudido como pocas veces.

Pero volvamos con la nostalgia, esa que se instala sin pedir permiso. Todo comenzó porque recordé que llevo 28 años realizando una Conferencia Anual.Y 28 años, señoras y señores, no pasan en vano.

Los años tampoco pasan en vano: nos enseñan aponer las cosas en perspectiva, a soltar lo que no importa, a deshacernos de lo que ya no es importantes y a descubrir lo verdaderamente esencial. En ese “recuento de los daños”, como canta Gloria Trevi, la vida nos hace vulnerables.

Porque ninguno de nosotros tiene solo la edad que marca el registro: todos cargamos encima cada una de nuestras edades. Yo sigo siendo mis 50, mis 40, mis 30, mis 20, mi adolescencia, mi niñez. Sigo siendo aquella chiquita de ojos grandes que quería comerse el mundo a preguntas, que pasaba horas en el jardín reventando las semillas de “chinas” con solo rozarlas con los dedos…

O aquella niña que un día le dijo a su mamá que quería cantarle a la Virgen en la escuela. Mi mamá -convencida de que en la escuela se había originado aquella idea- me mandó a hacer una blusa tejida blanca; se la encargó a Agustina, su manicurista —una mujer alta y delgada, quién había comprado una máquina para tejer blusas y así ayudarse en la crianza de sus hijos—. También me mandó a hacer un pantalón celeste, un saquito del mismo tono y alguien consiguió un sombrero.

Cuando llegué al acto cívico mi maestra, sorprendida, me dijo:

— Gabrielita, ¿qué pasó? No venís con el uniforme.
— Hoy le canto a la Virgen —le respondí sonriendo.

Ella me observó, me sonrío y me dijo: “no mamita, vos no estás en el programa” y yo le dije decidida: “Sí, yo le canto a la Virgen hoy”. Y al final, no sé qué pasó, con quién hablaron, pero ahí estaba yo, en medio del acto cívico, cantándole a la Virgen… En algún álbum perdido aún guardo una foto con el sombrero puesto.

Recuerdo haber corrido una semana antes a la oficina del P. Jesús, dominico recién llegado junto con el P. Juan, ambos españoles. Llegaron en medio de una tormenta de octubre, recogidos en un viejo Volkswagen de los grandes, que los llevó a lo que sería su casa.

Aquella tarde, entre los dos escogimos una canción de un librito empolvado y viejo de su oficina. El P. Jesús, sosteniendo el librito en una mano y con la otra acariciándose la barbilla, lo estudió unos minutos y dijo: “esta”. Aquella fue la canción que aprendí y que terminé cantando bajo el cielo abierto del patio de la escuela…

Hoy lo recordé con mi esposo y pensé en lo rápido que pasa la vida. Porque cuando nos vamos, tantas cosas que para nosotros fueron esenciales, para otros pierden su valor. Los objetos desaparecen, pero los recuerdos permanecen.

Y entonces vuelvo a mis conferencias: 27 ya realizadas y este año la número 28. Con cada una me exijo más, porque cada conferencia debe ser mejor que la anterior. Porque todo el conocimiento solo tiene sentido cuando se comparte.

Ya no soy niña, pero sigo soñando, sigo aprendiendo a reír, a no darme por vencida aunque me cierren puertas, aunque haya dolores y despedidas. Porque en el fondo, sigo siendo esa chiquita que en la universidad se sintió por fin en su elemento, como un pez en el agua entre libros y bibliotecas.

Hoy quiero invitarlos a que compartan conmigo la noche de mi próxima conferencia. Porque ustedes, los que me leen y me escuchan, son tambié, parte de mi historia.

Los espero con muchísimo cariño este jueves 18 de setiembre a las 7:00 pm en Novacinemas, Avenida Escazú, en una conferencia presencial y virtual:

PUENTES DE LUZ: EL LLAMADO DEL NUEVO TIEMPO

Porque el mundo es más pequeño de lo que parece… y dentro de cada uno hay más grandeza de la que podemos imaginar.

“El tiempo no borra al niño que fuimos, solo le da más voz para que siga cantando en nosotros, porque cuando miro hacia atrás, descubro que cada etapa de mi vida me sigue sosteniendo hoy.”

Un abrazo grande, con mucho polvo de estrellas.


Gabriela Arrieta Quesada
Gabriela Arrieta Quesada
Gabriela Arrieta Quesada

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